Por lo general, son tableros MDF a los que se les aplica una laca de color, que se seca por la evaporación del disolvente, creando una película delgada y dura. Para su terminación final, se suelen sobreponer varias capas, hasta conseguir una dureza apropiada para su uso en la cocina. Este proceso se hace de manera individual sobre cada puerta o frente cortado a la medida previamente, lo que garantiza unos cantos sin juntas a su alrededor, un detalle que lo diferencia notablemente de los laminados de cualquier tipo.
Hay varias clases de acabados de laca que se ofrecen comúnmente: Mate, brillo y con textura. Como alternativas también se encuentran los acabados satinados que presentan un ligero brillo de tacto muy suave y los de alto brillo de apariencia tipo espejo.